14 de octubre de 2007

Te me hiciste poeta




Te me hiciste poeta

Alguna vez creí que ése era un don que aparecía sólo en los libros de mi padre, ésos que él conservaba como recuerdo de un amor de joven con una rosa secándose dentro, porque de niña los libros en casa sólo aparecían si él los traía como de otro mundo, envueltos en un papel de diario y atados con cáñamo muy grueso como un bulto que alguien recogía de entre las ediciones fallidas de la fábrica.

Todavía recuerdo cuando los sacaba uno a uno del paquete, desempolvándolos, les rearmaba alguna hoja suelta y los encolaba hasta que volvían a abrirse como una ventana hacia la luz, y luego se ponía a leerme historias de santos, o de niñas que sabían hacer felices a los otros, o de lugares tan lejanos tan que no podía imaginármelos sin cerrar los ojos, y estaban esos libros con tapa firme, que él mismo encuadernaba, algunos eran libros de poemas - zig-zag - que decían "antología" y yo no sabía de esos significados ni él tampoco sabía de la RAE, pero yo le creía cuando me explicaba de un don que tienen algunos para escribir como si el corazón estuviera en el papel. Y le creía cuando me hacía esperar a ser más grande para entenderlos, pero a mí me interesaban más las rosas que señalaban páginas especiales y la tinta borroneada de algún verso subrayado.

No supo mi padre que yo también pinto los versos con tinta verde, y que a veces, guardo más espinas que rosas, tampoco supo que le porfié tanto a su teoría de los dones, que aquí estoy escribiendo lo que sale.. como si pudiese ser papel y letras, como si no pudiese estar sin ellas, y como si no creyera que alguien iba a decirme lo que él quizás diría... "te me hiciste poeta, farfallina".





23 de septiembre de 2007

Valdivia es lluvia




Valdivia es lluvia
y sus calles transcurren como tiempos
de un pentagrama pintado sobre los charcos.
Sus aguas dibujan rosetones con la niebla
para ocultar los cisnes que lloran
un amor olvidado en el luto de sus cuellos.

Valdivia es lluvia
con que ahogar la humeante
soledad de la madera, del clavo maltrecho
y la sombra firme del alerce o los coigües,
de la casa iluminada y la gota tardía en los cristales.

Se conoce Valdivia con los ojos cerrados,
cuando presientes sus ríos morir en el horizonte
y oyes el rugido suave de los verdes,
del viento brisa,
la respiración de taguas
o el muelle crujiente con sus barcos huérfanos.

Cuando distingues el olor de la tarde
tejido desde el cauce, a carbón encendido,
a tierra mojada, a muertos anclados en islas abisales,
a esperanza emergiendo de sus aguas,
porque Valdivia es lluvia
y el gris se despide repentino
cada vez que los ojos se abren
y el cielo se parece un poco más a tu mirada.

Por eso me quedé trazando un mapa
para que tú llegues,
para que siempre llegues.

Foto: Valdivia, febrero de 2007

21 de septiembre de 2007

Valdivia es lluvia




Valdivia es lluvia
una pausa del tiempo antes de morir

puentes rompiendo en islas
el latir de todaslas riberas

las mías, las de esta ira
que repasa las ruinas dormidas en el vientre
y esta vergüenza que me ronda
por querer acurrucar la pena en alguna parte
pienso sus verdes para demorarme
en el humo de leña encendida tan distinto
al que escupen de furia
las protestas del once en las esquinas
o allá más lejos, los desierto de petróleos con su muerte.

Valdivia me lleva consigo
cuando la derrota me atraviesa
es la tregua que daría al mundo
porque es inútil un poema
para contener la sangre inútil
yo desde un sur ajeno y testigo
aquí como escondida
deseando que la creación persista
sobre la mortaja que la asedia.

Llueve, Valdivia,
tal vez tu llanto
sacie la sed enterrada en el Oriente.


Foto: Valdivia, febrero de 2007