30 de junio de 2024

Pretérito Interior

  

Soy todo mi pasado,
fragancias trasladándome
a su evocación placentera
y también rastros que robaría
a la piel y a los errores.

Los más y menos del ayer
en forma de raíces salidas a la luz
con su mensaje
veinte veces engrapado en mi pecho
para que su dolor
sea un mapa imposible de olvidar,
un susurro perpetuo, transitando la dermis.

A pesar de los finales tan lejos de Verona,
de sentirme tan fuera del tiempo, a veces,
no me derrota la nada.
Tampoco me vence este abrir y cerrar de ojos
en que la vida parece archivada en un bolsillo
y todo se somete a bots de memoria infinita.

Yo aún quisiera demorarme
mientras salivo al desgajar una naranja
o respiro hondo entre ilusión y el caer de la gota
o todavía más, en el temblor de un beso
y las pupilas descifrándose en la luna.
Ya no compito con el mundo,
quizás porque mientras Siri, Alexa o Sara
se vuelven más indispensables,
más en reversa de mí 
traducen los pretéritos, mi voz.