Como si hablaras desde las piedras
que son percusión para la lluvia
y dejarse esculpir por el ritmo inexplorado
de su persistencia minuciosa.
Detenerse
en lo más simple de sus golpes
y dejarse colorear por su frecuencia
que sale a la luz como un pájaro
libre por la boca.
Y que allí,
donde sea que el tiempo de la piedra nos sobreviva,
sorprenderse
sin pretender atraparlo con las manos,
porque se grabará solo
como arrugas inmortales en el aire.