Cabría buscar un nombre a este ser cosa
y disolución,
al cerrar de tus ojos
y esa indefinible forma de quedarte, yo, grabada
como en las vasijas, que de todos modos,
trizarán su fragilidad de destino gastado
en el espesor de su tiempo.
Cabría reescribir tibieza en lo sensible
heredad de los genes y esa súbita emoción
de ser sabor que es recuerdo o sombra
y, sólo a ratos,
permanencia de cielo con su cota de luces
que bien podría decir por mí
el mensaje desprevenido,
pero que teme mi vientre
resquebrajándose.
Cabría tan sólo la palabra
con su eco de barro esculpido en la caricia.
Y sin embargo, es justo ese fondo de gravidez
en que se refugia el silencio
donde comienzo a ser de nuevo algo
de un algo parturiento que quiere pronunciarme.
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