Siempre es el mismo mar.
que nos arrulla y nos hace estremecer,
puro asombro y lo incierto
del tiempo que tarda en disiparse.
Es la duda y nuevamente tu pañuelo
para cuando abra la mineral
y el agua nos lave la risa
y la mesa del bar sea fila perfecta
de notas musicales
tal vez para saborear la canción
o tu historia y sus devoluciones.
Y es que siempre vuelves
a la calle exacta con la respuesta
del Santiago olvidado,
donde tú mismo eres esquina de algún nombre,
origen y olor de algún rincón que ya es pasado.
Mientras yo, regresando
sin importar si es solo viento
que arrebata mis pendientes
y me sonroja las venas
cuando ríes de mis gestos de limón de pica.
Y somos nosotros
volviendo a ser de nuevo
rodajas de amor en un instante
siempre al borde de las olas.
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