7 de agosto de 2008

Paréntesis


Aquél eres tú
y lo demás quizás se agote
en la rosa marchitando la ventana,
en su luz y el olfato impreciso
con que impregna las alcobas.

Éste que aquí eres,
tiene los brazos abiertos y corre sobre la imagen,
acaso ínfimo, - fracción de lo que queda -,
acaso deuda
o reclamación descarada,
pero así transluce el verbo oler
sus soledades
que también traspasan, húmedas,
el verdiazul de mis cortinas.

Por mi parte, no puedo arropar esa humedad
si yo misma he sido agua.
Tú, mar oscuro, yo líquida,
pasando de charcos a lagunas.

(Los cuerpos saben la gravedad en que se hunden,
y aún sin ver ni oír, les queda el tacto, la luz
allá afuera,
sentirla, atravesando los párpados)

Haz que sigan su camino los poemas,
que riegue esta pausa, la flor.



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