Si te miro
tendría que detenerme largamente,
porque de hacer lo que me pides,
querría estar allí
permaneciendo
"de pie frente a tus párpados",*
como la Enamorada
-en el poema de Eluard-,
que sabe devorar no sólo besos,
también el mar oscuro,
ése que eres, y que a veces aturde
como la muerte.
Entonces, querría que escribieras
de ojos que son remanso,
retinas que son tibieza
o risas
cuando es un otro esperado
el que reflejan.
Y, sin embargo, le temo tanto a los agostos
con sus primaveras
desgranadas como mi vida,
que apenas soy un tren,
avanzando en despoblado.
Si te miro,
tendría que detenerme
y te aseguro,
que aún si con un trueque de silencios
por chirridos infernales, lo lograra,
estaría dispuesta,
si supiera cómo hacerlo.
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