Septiembre
De este lado, septiembre es cordillera
deslizándose como capricho
que logra percutir colores en el aire
con puñados de volantines
y banderas sirviendo de necesarias huidas
para la ciudad.
Es difícil no fijarse en cómo aclara la gente
y las avenidas que hasta parecieran ensancharse
como brazos alborotados por la luz.
Es automático el cambio de hora,
las fachadas poseídas por enredaderas
y el polen ionizando las branquias
hasta la fatiga.
Yo me renazco septiembre
con su aliterada canícula
y el sudoroso canto próximo al Mapocho,
a pesar de las voces de Vega y San Cristóbal
cada vez menos chilenas,
pero coincidente lo humano y lo inevitable
como comprar chirimoyas,
tentarse por el mote con huesillos
o evitar la pérgola y sus coronas de flores.
Tal vez sea pura ingenuidad
este mes noveno en parto
como que florezca sol adentro de las gotas
que olvidó el invierno
y todo esté femeninamente
predispuesto para otro inicio.
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