Pequeñeces sin enumerar
Leo en mi libreta de los diecisiete
las grandezas que soñé
y si ahora intento describirlas
como banderas de altas cumbres,
abundan las pequeñas cosas,
entre tachaduras y pendientes
de lo que alguna vez pareció importar.
Mi nombre se fue cayendo
como anotaciones al margen
entre los grises de cada tanto
que precipitaron
pensamientos de lluvia
y temor de charco en cada palabra.
Por eso persistí en lo mínimo:
signos de tu yo extraviado
estrellándose contra el calendario
y la tenaz metáfora de tu silencio,
porque aún entre los intentos arrugados
al fondo del papelero,
resuena la canción que somos.
Y porque no aprendí a contravenir
los latidos de mi corazón
no me resultan las listas,
acaso círculos,
pequeños
como lágrimas sin enumerar.
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