2 de noviembre de 2008

Compañía

Hablo de mí
de las huidas y el ajetreo de trenes
que me esconde
como si un silencio ocultara las formas
y la visión.
 
Hablo de las puertas que aparecen,
del ángel rezagado
que arriba siendo pan
cuando se cree mendigo al corazón
y la noche una extraña pordiosera.

Se trata de la inconsistencia de los lugares
cuando se sabe mentira un horizonte:
y no se distingue 
lo que está o no en este presente,
cuando irme no lleva a parte alguna.
Se trata de esta mente inhábil
tan separada de mí,
de este cuerpo que toca, que es manos y pies
de Santiago en Chile
y a veces marca un calendario antiguo
y otras, desconocido.

Y hablo de él,
puedo sentirlo,
es ángel desde ningún lugar,
el más bello viene hacia mí,
ya no lo esperaba, es cierto,
llega tarde quizás,
pero es tal su compañía
que hoy estoy
luminosamente guardada
en no sé exactamente dónde.


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