Hay rincones de sol en mi ciudad
imposibles de ver si no es contigo.
Hasta los rostros son ideas
de sombras remontando tus ojos
como un eco difícil de volar
sin que yo misma sea arraigo de tus alas
o este largo dolor de tierra árida
antes del beso de la lluvia.
Ya no puedo ser más
desde que te vi abriendo palabras en plena muerte
desde que vi tus manos desangrarse
por el pan de este viento escaso,
porque todo lo tuyo emigra a mí hasta al arraigo
o se habitúan piel y aroma en confusión de letras
innegablemente enloquecidas
a extremarte cercano y necesario territorio
para este corazón incontenible.
Humillo cada lágrima,
por alzarme en sonrisa y oleaje de algún sueño
que pudiese acudir a tu rescate
o quizás devolverle sed a tu voluntad
de mundo iluminado.
¡Qué inédito el querer aún la sal de tus tristezas!
Este pedir que dejes a mis manos
servir de puerto o franja libre
donde arriben caricias y alguna desnudez
que confiesen su amor
aunque todo no sea más que un crepúsculo incesante.
Tan sólo sé que a veces quisiera la quietud
como un silencio
donde llorar a solas, pero juntos.
imposibles de ver si no es contigo.
Hasta los rostros son ideas
de sombras remontando tus ojos
como un eco difícil de volar
sin que yo misma sea arraigo de tus alas
o este largo dolor de tierra árida
antes del beso de la lluvia.
Ya no puedo ser más
desde que te vi abriendo palabras en plena muerte
desde que vi tus manos desangrarse
por el pan de este viento escaso,
porque todo lo tuyo emigra a mí hasta al arraigo
o se habitúan piel y aroma en confusión de letras
innegablemente enloquecidas
a extremarte cercano y necesario territorio
para este corazón incontenible.
Humillo cada lágrima,
por alzarme en sonrisa y oleaje de algún sueño
que pudiese acudir a tu rescate
o quizás devolverle sed a tu voluntad
de mundo iluminado.
¡Qué inédito el querer aún la sal de tus tristezas!
Este pedir que dejes a mis manos
servir de puerto o franja libre
donde arriben caricias y alguna desnudez
que confiesen su amor
aunque todo no sea más que un crepúsculo incesante.
Tan sólo sé que a veces quisiera la quietud
como un silencio
donde llorar a solas, pero juntos.
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