21 de febrero de 2008

Farfallina sul fiore di sangue - el poema




"Igual que un poema, la música se despierta en el interior, íntima y acuciante. Te persigue por todos tus pasos, va dejando una estela en tu perfume y te envuelve el cerebro como una cosa mística." Alejandro Salvador Sahoud

I

Tonadita tuya, tu risa de guitarra
santiagueña,
rasguea su adiós esta tarde
a un sol morocho
que se extravió al final de tus desmontes.

Pero tu música testarudea
su latir de corazón escrito
para que se amanse el mío
como cuando alargabas las horas
y el sosiego era tu frente sobre un caballo.

Ahora soy yo quien busca esa mano
de aquietar la vida como a un potro,
pues de tanto recoger los vientos hacia adentro
-como me enseñaste-
golpean tormentas de arena sobre este desierto
que has dejado caer como a tu alma entre tanta poesía.


II

¿Lo ves?
Tu boca era una cabaña deshabitada
donde podían hospedarse todos los sonidos.

Por eso, me gustaba cuando
de tanto en tanto abrías otra puerta
y su envejecimiento rechinante
era como un niño que nace
en el asombro ante la luz.

Entonces, tú también te dejabas nacer
y eras un teclado blanquinegro,
un grito de lucha o canto
de grillo, de ave migratoria,
de mar o río llagando la piedra,
de ramaje y su animal de leña en el otoño,
del viento
- cuando dice veranos para apaciaguar la flor
o cuando es rayo riguroso
en la crueldad mayor de los inviernos-
entonces eras alguna forma de rugir poemas
que siempre pedían ser devueltos en caricia.

Todavía creo que unos golpecitos
bastarán para que abras
y tiendas una silla
así de hogar para hacerme compañía,
de ésas de hojear libros
mientras la música saborea
el descuido de las interrogaciones
que brotan siempre después de los silencios
y entonces, tú volverás a ser hombro, enseñanza
y lágrimas -si hace falta-
junto a las mías.


III

Ahora me pasa que no hallo palabras
que no estén significadas
en algún extremo loco de geografía literaria
que contenga tus pasos
y los de esta música.

Va dejando una estela en tu perfume
- adviertes -
como encargándote de que no exista el nunca
en que te olvide.

¿Acaso puede un corazón desoír
ese pálpito de folcklore, sonata o jazz
que le ha respirado
más allá del infinito nombre
en que te quedas
amigo, hermano, padre, poeta amado?
porque para mí no habrá suficiente música
con que interpretarme en un ¡Gracias!
y ser tu farfallina sul fiore di sangue.


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