21 de febrero de 2023

Instantes





Siempre es el mismo mar.
que nos arrulla y nos hace estremecer,
puro asombro y lo incierto
del tiempo que tarda en disiparse.


Es la duda y nuevamente tu pañuelo 
para cuando abra la mineral
y el agua nos lave la risa
y la mesa del bar sea fila perfecta
de notas musicales
tal vez para saborear la canción
o tu historia y sus devoluciones.


Y es que siempre vuelves 
a la calle exacta con la respuesta
del Santiago olvidado,
donde tú mismo eres esquina de algún nombre,
origen y olor de algún rincón que ya es pasado.


Mientras yo, regresando
sin importar si es solo viento
que arrebata mis pendientes
y me sonroja las venas
cuando ríes de mis gestos de limón de pica.


Y somos nosotros 
volviendo a ser de nuevo
rodajas de amor en un instante
siempre al borde de las olas.




25 de febrero de 2020

Grito en la ciudad




Grito en la ciudad


"La metrópoli es una canasta con señales,
la voz una vez en el aire, pinta paredes..."

Leo F Zambrano


Tanto he gastado mi nombre que me llamo a mí mismo
para rescatarme
de esta ciudad que se desmorona.
Ya no la reconozco
a ella ni a mi voz
entre sus calles llenas de preguntas.
¿Cuál está adentro y cuál está afuera?

Camino y todo grita alrededor,
pero no hay respuesta en la multitud.
Es una asfixia en la palabra
y un dolor en estampida
que se estrella contra las paredes
para transmitir su nueva historia.

Así que también soy una ciudad
donde las ventanas aletean
ruidosamente a la multitud
y donde crecen las metáforas
que luego se tiran a la basura
aunque sigan temblando
como párpados heridos.

¿Cuál es tu verdad y cuál es tu sueño?

Sí, aquí las aceras se disparan como proyectiles
y la lágrima es un pozo
de algún recuerdo que hemos repetido
hasta la extenuación
con monumentos y fondos para
selfies de turistas.

He gastado mi nombre
en este ejercicio de retorno
y es hora de creer
en un soplo humano
más allá de esta agonía callejera
que me pronuncia.

Para nunca volver a ser él mismo,
para nunca silenciar su grito,
porque se ha encendido una ciudad
que ya no quiere caminar a ciegas.

17 de febrero de 2020

Carta







Las despedidas no se agotan en tres días de llanto
y rostro testarudo en silencio,
no, cuando tu voz aún no ha terminado de morir
en este Santiago que se mueve con furia en las tardes de otoño,
no, cuando el frío se detiene en mis pies doloridos
bajo las sábanas que me cubren cada noche, vacío.

¿Por qué preguntas si todo va bien, si hay vida detrás de las cortinas?
o si la lágrima se derrama en mis ojos que fueron guardados para lo mejor
de un tiempo de asombros, viajes y risas.
Sabes bien que los recuerdos no se desvanecen con solo callar
o pretender que los caminos rotos pueden ser reparados
y llorar por dentro, sin que se muevan los días
que pasan para quitar tantas promesas.

Como ves se me hace dificil compaginar el amor y el olvido
cuando tu norte ha encendido mis rincones con su calor infinito
y te quedas como una veta de mineral escondido
en la persistencia de mi fe al final de tus maletas.

A quién le importa si tus manos fueron un refugio para el miedo
y paso firme en la ceguera?

A quién le importa si ya no puedo escuchar tu voz sin que me haga daño
¿No encontrarás palabras de amor y eco en el futuro?

Y que si extraño tanto tu mirada, si se ha vuelto la mia
como un clavo en tierra firme para buscarte
en algún rastro o miga o brote la raíz de otra cosa
que no sea este desierto que crece, rápido, aquí en mi pecho.





16 de febrero de 2018

Un Munch







Deja que la noche se haga
y se drena como uno
en la penumbra
nuestra respiración imaginaria?
y que cuando a las 7:00 am
Cuáles son los hemisferios sol y lluvia?
¿Importará lo eterno de mi piel y de tus manos?

Sé que aroma no obedece al subjuntivo
ni puede evitar que la flor falle.
Solo hay un baile pintado entre paredes,
invisible, sin dormir,
episodio latente del cuerpo
siempre a punto de liberarse
de tenaz cautiverio.

El amanecer nos bebe
y seguimos siendo barcos de un naufragio
donde el grito es un Munch inmóvil
y deformado
no miento si te amo
justo en medio de estas olas
con una lengua susurrada y salvaje
capaz de tragarse la ondulante soledad con un beso.

Pero el amanecer nos bebe
y hoy el amor es un puente roto
como el sexo.



1 de noviembre de 2017

Cachiyuyo



Por un momento el cielo es luminoso otra vez 
y es cálida la tierra en su mezcla rojiza de mineral. 
Por un momento la sombra de la cruz se alarga 
y su amplitud abarca el horizonte, 

Hay algo aquí que atrae la inocencia. 
Hago fotos y sonrío por la belleza 
a pesar del deterioro, 
son muros blancos lidiando con la gravedad 
y sin embargo, intactas, sus flores de plástico 
festejan una fe que ha quedado a la deriva. 

Sonrío por el descanso en el camino 
por los cerros monótonos de aridez 
que cobran vida en este caserío 
donde un instante es indicio para lo eterno. 

Y sonrío por su puerta abierta, la reja de madera 
y un árbol como pintura de niño con su sol, 
siempre el sol en lo alto ceremoniando 
para nosotros dueño y testigo de un altar. 

Dejo que el silencio se apodere del paisaje 
y sacuda los fantasmas ahora que todo es viento suave 
y nada más importa: jugar a que son flores 
las tres hojas verdes de la cactácea, 
o imaginar en la maleza el camino ornamentado 
a la entrada de la iglesia. 

Y entonces, voy segura de las huellas de este día 
de lo inútil que será el tiempo, 
las pupilas o todas o ninguna lluvia futura 
o el desierto para derrumbar el adobe y la esperanza. 

Aquí en lo real de una promesa 
aquí solos ante una figura Del Carmen 
los ojos son vulnerables como esta construcción desnuda 
y no caben las corazas para mi corazón derribado. 

Y sí, por un momento podemos oír la brevedad 
de dos palabras imponiéndose como un templo 
en un lugar de nombre Cachiyuyo 
un lugar más acá del norte y del sur, 
un centro que nos conecta, 
atemporal y feliz.

.


Emailer-Daemon@





Hasta aquí se silencia la palabra
que se desliza en su falso estatuto de silencio.


La memoria tiene su ritmo
de sueño en el sueño de escapar,
quizás, porque del otro lado
hay momentos que se añoran.

Escribo para mi defensa
aun cuando no alcanzo
con el rasgueo de las teclas acariciar
los recuerdos que me invaden en este rectángulo infinito.

Y no es cuestión de tiempo
ni de distancia
para que el deseo estalle inesperadamente
y se apodere de nuevo: pensamiento, piel y lágrimas,
queriendo adherir algún significado más preciso
como un archivo de te sigo amando,
querida...
a pesar del despecho.
de
a pesar de todo
a pesar de todo, de mi y de ti...

para que en menos de un segundo la ilusion
de llegar a donde estoy,
como cuando era el dialogo en los ojos
- si fuera por ti, el la voz o el tacto - la respuesta simultánea
y nunca me había inundado este vacío
de un oscuro remitente y su imperturbable frase:

"la entrega al destinatario ha fallado permanentemente"


22 de septiembre de 2017

Todavía




Todavía era piedra
o un mínimo de solidez
para estas manos
que no han memorizado.
              
Una señal, un despegue
aunque perezca lejos del camino
que hoy ha cambiado  y que él no sabe
cuando me mira a la cara y su mar ahí en los ojos,  
está escondido.

Un algo que lo atrapa todavía,
como si fuera el resto de todo lo que queda
entre la nada y el intento.

Y luego una cuestión de perspectiva.
fuera amar hoy  
lo mismo que ayer odiara.



Recobrando la voz




El cielo del norte puede desprenderse como roca árida
y arañar el bronquio hasta la tos,
puede agrietar la piel con su noche de nada y desierto
y ahogar la voz en un rocío siempre en despedida
como niebla mezquina
en medio del pecho quebrado por la sed.

Sus nubes son violentas formas
que ya no tienen traducción
para mi respiración cansada
de intentar tocarlas en el arrebato del viento.

Aunque este cielo de Santiago tampoco es inocente
en su crueldad que se hace diminuta leve y negra
como los ataúdes de Celan donde vamos a caber todos en el aire.

Intento un verso donde el silencio se siembre
y crezca verde con el frescor de mi sur
lloviendo en la garganta para que no duela
allí en mi centro de donde vienen las palabras
que nacieron muertas.